En el marco del juicio por el impactante caso conocido como el crimen de Los Lirios, que involucra la trágica muerte de una mujer a manos de su marido en 2020, la atención se ha centrado en la compleja dinámica que existía entre la pareja. Mientras ciertos amigos del acusado describen a la pareja como "normal", otros testigos, en contraste, han hablado sobre el sufrimiento y la decisión de la víctima de buscar un divorcio.
Un testimonio escalofriante provino de una compañera de trabajo de la víctima, quien reveló que la mujer había expresado su tristeza y el deseo de poner fin a su relación. La testigo también mencionó comportamientos inquietantes del acusado, como ausentarse por largos períodos bajo la excusa de ir a comprar pan, retornando a veces con grandes sumas de dinero gastadas en esas noches, lo que generaba preocupación entre quienes conocían a la pareja.
Durante la tercera jornada del juicio, se vivieron momentos de tensión marcados por las distintas versiones aportadas por los testigos. En esta oportunidad, A.E.M. se enfrenta a serias acusaciones de asesinato con alevosía, en un caso donde el fiscal y la acusación particular estiman que debería ser condenado a 22 años de prisión, un reclamo que la defensa rechaza por completo.
Entre las declaraciones destacadas, un amigo cercano del acusado insistió en que nunca había presenciado discusiones entre el matrimonio y que el acusado siempre había mostrado un cuidado especial hacia su esposa, especialmente durante sus momentos de enfermedad. Este testigo, quien fue uno de los primeros en ser contactado por el acusado tras el hallazgo del cuerpo, expresó su primer impulso de creer que la víctima pudiera haber tomado la decisión de quitarse la vida.
Desde la perspectiva de una amiga de la víctima, que compartía tanto su entorno laboral como personal, se reveló que la mujer, a pesar de sus años de matrimonio, nunca había compartido abiertamente sobre sus problemas. Aunque había mencionado que, tras tantos años juntos, podría sentirse cansada, la amiga enfatizó que la principal preocupación de la víctima siempre había sido su hijo.
El contexto se torna más sombrío al recordar el día en que el acusado descubrió el cuerpo de su esposa, momento en el que contactó a amigos y les comunicó su angustia, indicando que se trataba de un suicidio. Sin embargo, muchos de esos testigos han expresado sus dudas sobre esta versión y han comenzado a cuestionar la naturaleza de la relación y las tensiones que, según afirman, existían.
Conforme avanza el juicio, reviven los recuerdos de una conversación que tuvo lugar unos años antes del terrible desenlace, cuando la víctima habló sobre su deseo de separarse. En aquel paseo por La Grajera, su amiga recordó que la mujer se mostraba triste y preocupada, sintiéndo una carga emocional que la llevaba a soñar con una vida distinta.
Los eventos que rodearon el crimen se remontan al 11 de octubre de 2020, cuando el acusado se encontraba ayudando a su hijo en la recolecta de uvas en la localidad de Gumiel de Mercado. Dos días después, al regresar a su hogar en Logroño, surgió una discusión fundamental sobre el futuro de su relación, que según el fiscal terminó en un brutal ataque por parte del acusado, quien actuó impulsado por un sentimiento de posesión.
A medida que el juicio se desarrolla, destaca la necesidad de arrojar luz sobre la compleja interacción entre sentimientos de violencia y el amor, un recordatorio desgarrador de cómo las relaciones pueden desmoronarse y el potencial trágico que encierran cuando se cruzan ciertos límites.
Newsletter
Entérate de las últimas noticias cómodamente desde tu mail.