
El cardenal Juan José Omella, actual arzobispo de Barcelona y figura clave en la Iglesia española, está preparado para participar en el cónclave que empezará el 7 de mayo con la elección del nuevo Papa, sucediendo al actual pontífice Francisco. A sus 79 años, Omella es considerado uno de los posibles candidatos, aunque su edad y su interés en temas políticos podrían influir en la percepción de su idoneidad para el cargo. En diversas ocasiones ha manifestado que no ha contemplado la posibilidad de convertirse en Papa.
Nacido en Cretas, Teruel, en 1946, Omella tiene un extenso recorrido en el clero. Estudió en el Seminario de Zaragoza y continuó su formación en Bélgica y Jerusalén, recibiendo la ordenación sacerdotal en 1970. A lo largo de su camino, ha servido en diferentes roles, desde coadjutor hasta párroco, además de realizar una misión en Zaire.
Su carrera episcopal comenzó en 1996 al ser nombrado obispo auxiliar de Zaragoza. Posteriormente ascendió a obispo de Barbastro-Monzón en 1999 y, tras varias gestiones administrativas en otras diócesis, se convirtió en obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño en 2004. Su labor en la Iglesia también fue reconocida con el título de Prior Honorario de la Virgen de Valvanera en 2013.
En el ámbito de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Omella ha desempeñado roles significativos, incluyendo el de presidente de la CEE entre 2020 y 2024. Durante su trayectoria, ha sido parte de múltiples comisiones, reflejando su compromiso con los asuntos sociales y pastorales desde una perspectiva amplia.
Consciente de la realidad política, el cardenal se ha involucrado en el diálogo sobre el 'procés' catalán, sugiriendo que la Generalitat liderada por el PSC busque construir puentes tanto en la sociedad catalana como hacia el resto de España. Esta postura refleja su deseo de convivencia y entendimiento en un contexto de tensiones políticas.
En 2018, Omella intentó mediar entre Mariano Rajoy y Carles Puigdemont durante una de las crisis más álgidas en el ámbito político español, lo que no fue bien recibido por algunos, incluyendo a Puigdemont, quien criticó su enfoque y su calidad como mediador. Según él, la intervención de Omella no representó adecuadamente los valores de la iglesia.
Además de su interés en la mediación política, Omella ha defendido el papel de la iglesia en la educación, argumentando que la responsabilidad educativa recae principalmente en las familias y que el estado debería apoyar esta labor. Esto se ha dado en el contexto de debates sobre la relación entre la educación y el Estado, a raíz de declaraciones de figuras políticas como la exministra Isabel Celaá.
Recientemente, el cardenal expresó su satisfacción ante el reconocimiento del arquitecto Antoni Gaudí como 'venerable' por el Papa, describiendo este hecho como un avance importante para su beatificación. Recordó la dedicación de Gaudí a la fe y su intención de glorificar a Dios a través de su obra en la Sagrada Familia.
En una entrevista marcada por sus celebraciones de cumpleaños y reflexiones sobre la reciente muerte del Papa Francisco, Omella reiteró que nunca ha considerado la posibilidad de ser el próximo pontífice. Aunque elucubró sobre la eventualidad de ser elegido, se mostró escéptico respecto a las predicciones que rodean la elección del nuevo Papa.
Sobre el perfil del futuro líder de la Iglesia, ha expresado su preferencia por un candidato joven, pero remarcando que la edad no debe ser el criterio determinante en la elección papal. Enuncia que es un momento crucial para la Iglesia, y que el verdadero desafío radica en la fiel interpretación del Evangelio, más allá de las etiquetas políticas de progresismo o conservadurismo.
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