
LOGROÑO, 7 de noviembre. En un entorno de dolor y búsqueda de justicia, el juicio por el asesinato de Guillermo Castillo, un reconocido bodeguero de la localidad de Cuzcurrita, ha tomado un giro significativo con las declaraciones hechas por su hijo. Durante la sesión judicial, el joven reveló que su padre tenía la costumbre de guardar efectivo en su hogar, un hecho que, según él, era de conocimiento público entre quienes le rodeaban.
Este jueves marca la continuación del proceso legal contra dos individuos acusados de ser responsables del trágico deceso del hostelero de 78 años. Según el relato presentado por la Fiscalía, los acusados habrían llegado a la casa de Guillermo con la creencia de que encontrarían una notable suma de dinero, motivados por su fama como propietario de un popular restaurante en la región.
La madrugada del 2 de mayo de 2023, alrededor de la medianoche, Guillermo abrió la puerta de su hogar, sin imaginar el horror que le esperaba. En ese instante, ambos acusados, aprovechando el factor sorpresa y actuando con una clara ventaja, lo agredieron violentamente en la entrada de la casa. Los informes indican que recibió múltiples golpes en diversas partes de su cuerpo, incluidos la cabeza y la espalda, con la intención de robarle la recaudación del día.
La declaración del hijo de la víctima, identificado como S. C., no solo aportó detalles sobre la relación familiar, sino que también reveló una historia de tensiones. Compartió que su vínculo con su padre y su hermana había sido complicado durante años, al punto de haber estado distanciado durante una década. “No hablé con mi padre durante 10 o 12 años”, manifestó, reflejando el dolor y la pérdida que siente tras recibir la noticia de su muerte a través de una llamada de su hermana. Desde ese día, ha estado lidiando con un tratamiento de antidepresivos para superar el trauma.
En una jornada marcada por la incertidumbre, la abogada del juzgado informó que un testigo protegido no ha podido ser localizado para declarar. Se había intentado contactar con él desde el 25 de octubre, pero su teléfono permanecía apagado. Al buscar información con familiares, se supo que el testigo se encontraba trabajando en Francia, y aunque proporcionaron un nuevo número de contacto, este no ha respondido a las llamadas realizadas.
Un compañero y amigo de Guillermo también aportó su testimonio, confirmando que la víctima había sido generoso y que circulaban rumores sobre su dinero escondido en casa. "Se sabía que le gustaba dar dinero, pero no le gustaba presumir de ello", añadió, ofreciendo un retrato humano del hombre que fue brutalmente agredido.
Frente a la posible condena, la Fiscalía ha solicitado penas severas para los acusados: 27 años de prisión para cada uno por asesinato con alevosía, además de cuatro años adicionales por el robo en la vivienda de la víctima. El acusado más joven, C.S.R., se enfrenta a una pena total de 27 años, mientras que el otro implicado, A.D.G., podría recibir cuatro años y nueve meses por su participación en el robo. Por su parte, la familia de Guillermo exige la prisión permanente revisable para quienes le arrebataron la vida.
Aparte de las condenas carcelarias, el fiscal también ha solicitado un período de libertad vigilada de diez años y la indemnización de 300.000 euros a ser pagada a los hijos de la víctima, como parte de la recuperación de la injusticia sufrida. La comunidad sigue atenta al desarrollo del caso, reflexionando sobre la violencia que ha sacudido su tranquilidad y la memoria de quienes han perdido la vida en circunstancias tan atroces.
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