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"Dana: un término que refleja el sufrimiento y la tragedia, pero que resulta esencial"

La Fundación del Español Urgente, conocida como FundéuRAE, ha designado la palabra "dana" como la 'palabra del año' 2023, una elección que no solo resuena en el ámbito del lenguaje, sino que también refleja la profunda realidad social que estamos viviendo. Esta decisión ha sido ampliamente discutida por académicos y expertos, quienes destacan el simbolismo detrás de esta elección.

El profesor Santiago López Navia, catedrático de Filología en la Universidad Internacional de La Rioja, ha enfatizado que "dana" es un término que evoca emociones fuertes como el dolor, la pérdida y el desastre, convirtiéndolo en un vocablo "lamentablemente necesario" en estos tiempos difíciles. Así, el impacto de una palabra puede ir más allá de su significado literal, tocando fibras sensibles en nuestra sociedad.

Este proceso de elección no es casual, sino que se basa en la reflexión de cómo el lenguaje limita y, a la vez, expresa nuestra realidad, como lo afirmaba el filósofo Ludwig Wittgenstein. Cada año, FundéuRAE escoge una palabra que encapsula esos sentimientos y preocupaciones, y en esta ocasión, "dana" ha logrado imponerse sobre otros términos que competían por el reconocimiento, lo que destaca su relevancia social y emocional.

La designación de "dana", que se ha transformado desde su forma siglada original DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos), refleja una evolución en el lenguaje que se adapta a las necesidades y experiencias humanas. La Real Academia Española incorporó este término en su última actualización, publicada el 10 de diciembre, ampliando así el vocabulario disponible para describir fenómenos cada vez más presentes en nuestro entorno.

Según López Navia, las palabras sirven como un espejo de los miedos y expectativas de la sociedad. "Dana" es un término cargado de significado que refleja las inquietudes actuales, y su elección subraya la conexión profunda entre el lenguaje y nuestras vivencias como comunidad. Este reconocimiento de la carga emocional de ciertas palabras es vital para entender nuestro contexto social actual.

Aunque otras candidatas como "alucinación" o "micropiso" podrían considerarse más neutras o menos impactantes, "dana" ha ocupado un lugar privilegiado en el discurso social debido a su resonancia con las experiencias de pérdida y trauma. Esto revela cómo el uso y la necesidad de una palabra influyen en su aceptación dentro del lenguaje cotidiano y en los registros académicos.

La Real Academia, al incluir nuevas palabras, lo hace a partir de un análisis de frecuencia y necesidad, reflexionando sobre su pertinencia en el idioma. Esto ha llevado a debates sobre si la Academia se está adaptando a las tendencias modernas o si se aferra a su autoridad normativa. López Navia se muestra consciente de que, al final, es el uso generalizado de una palabra lo que determina su aceptación formal, dado que el tiempo se encargará de validar su pertinencia.

Aquí, el caso del término “huerfilo” plantea un dilema interesante. Desde 2017, la Federación Española de Padres de Niños con Cáncer ha abrigado la esperanza de que la RAE reconozca este término que denomina a los padres que pierden un hijo. Sin embargo, su inclusión ha sido rechazada, lo que ha llevado a un profundo cuestionamiento sobre la suficiencia del lenguaje para expresar el dolor de estas experiencias extremas.

López Navia ha indicado que, aunque "huerfilo" intenta ser un término significativo, carece de justificación desde el punto de vista etimológico, dado que los componentes de la palabra no coinciden con su evolución en el español. Así, el término se construye de forma artificial y, aunque su intención es noble, su aceptación se complica ante la rigurosa normatividad lingüística de la Academia.

En contextos de un dolor tan profundo como la pérdida de un hijo, la construcción de un nuevo término parece inadecuada; por tanto, la academia se enfrenta a un desafío: crear un espacio donde el significado se encuentra a menudo más allá de las palabras. López Navia concluye que, aunque no existe una vía clara para que "huerfilo" forme parte del vocabulario oficial, la evolución del lenguaje es un proceso dinámico y impredecible.

La Real Academia, en su papel como guardiana del idioma, deberá continuar observando y evaluando el lenguaje de manera prudente. El criterio normativo que aplica no busca imponer, sino más bien recomendar, dejando a los hablantes la libertad de decidir cómo expresarse en su vida cotidiana. En la esfera del lenguaje, no hay un 'policía lingüístico', sino un constante diálogo entre el uso y la aceptación de las palabras que, con el tiempo, conformarán nuestro lexicón formal.