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"Amigos riojanos viajan a Valencia tras la DANA: 'La crisis persistirá más allá del olvido'"

“Nos sorprenden cuando les decimos que hemos venido desde Logroño para ayudar, e incluso hay quienes nos obsequian lotería como agradecimiento”, reflexiona uno de los voluntarios en medio de la incesante labor que realizan en la comunidad afectada.

LOGROÑO, 6 Nov. Se trata de una decisión valiente y altruista: un grupo de jóvenes de Logroño ha dejado atrás sus rutinas y responsabilidades para ofrecer su tiempo y esfuerzo a las víctimas de la DANA en diversas localidades de la Comunidad Valenciana. Sin dudarlo, decidieron poner su granito de arena ante la magnitud de la tragedia que ha impactado a la región.

Tal y como lo señala Miguel Morales, uno de los jóvenes involucrados, “la decisión nos llegó casi de forma natural, dado que somos conscientes de que aquí en Valencia hay un trabajo monumental por delante. Es posible que el foco mediático se desvanezca, pero el sufrimiento de la gente persistirá”.

A sus 23 años, Miguel y sus amigos emprendieron un viaje repleto de productos básicos, con el único objetivo de ayudar. “Contamos con la fortuna de que un amigo reside aquí, así que tuvimos un lugar asegurado donde reposar. No dudamos en hacer las maletas y ponernos en camino”, explica Miguel, quien comparte cómo fue su llegada a Valencia tras ver las devastadoras imágenes de la situación.

“Al contemplar el desolador estado de tantas personas, comprendimos que teníamos que hacer algo, aunque al principio no teníamos claro qué. La desesperación y el deseo de ayudar nos llevaron a cargar el coche y presentarnos aquí”, relata con firmeza.

La comunidad de Logroño también se ha hecho presente, a pesar de que algunos amigos no pudieron acompañarlos por compromisos laborales y académicos. “Nos aportaron lo que pudieron —lejía, toallitas, alimentación infantil y productos de primera necesidad—, y eso es algo que nos llena de orgullo. La solidaridad se siente en cada rincón de nuestra cuadrilla”, añade Miguel.

Ya en Valencia, la situación impactó a los jóvenes. “La afluencia de voluntarios era asombrosa, y aunque queríamos ayudar en una cocina de campaña, la espera era abrumadora. Así que decidimos ir donde se nos necesitara”, explica Miguel, quien se vio así colaborando en el barrio de La Torre, donde los servicios de emergencia apenas habían podido operar.

En esta zona, encontraron a un hombre mayor que estaba cubierto de lodo hasta las rodillas, en medio de un escenario desolador. “Hemos estado trabajando sin tregua, limpiando, desescombrando y ayudando en todo lo que podemos. La satisfacción que sentimos por nuestra implicación es indescriptible”, comenta con una mezcla de orgullo y resignación.

“Estar aquí nos ha permitido comprobar la gran dosis de solidaridad que se manifiesta desde todos los rincones del país. La impotencia fue el motor que nos impulsó a actuar, y al vivirlo en primera persona, la realidad de la catástrofe se vuelve abrumadora”, confiesa Miguel.

Sin embargo, no todo es desolación; la gratitud de los afectados es conmovedora. “La cosecha de agradecimientos es infinita, incluso nos ofrecen bebidas y, en ocasiones, hasta un décimo de Lotería como muestra de gratitud. Esa conexión humana es una de las experiencias más valiosas que uno puede vivir en momentos así. Nos hace comprender la necesidad de unir esfuerzos”, señala con emoción.

El regreso a la cama, después de largas jornadas de ayuda, trae consigo una dura reflexión sobre la realidad que han presenciado. “Es en esos momentos cuando la gravitas de lo vivido golpea con más fuerza. Las imágenes y vivencias quedan grabadas en la mente, y sabes que la lucha no ha hecho más que comenzar”, añade.

Con el deseo de extender su labor, Miguel y sus amigos planean permanecer en la zona mientras sea necesario. “Mañana tenemos la oportunidad de participar en otra cocina de campaña y luego seguiremos con nuestra misión de ayudar en todo lo que sea posible”, concluye con determinación.

De esta manera, Íñigo, Amable, Ignacio y Miguel no solo aportan su esfuerzo, sino que también infunden esperanza entre quienes más lo requieren. “La gente se rompe a llorar cuando les decimos que venimos desde Logroño a apoyarles, se sienten muy solos”, relata Miguel con una mirada de empatía.

Finalmente, hace un llamado a la ciudadanía para que no olviden a Valencia en los momentos difíciles. “Se necesita mano de obra y recursos, pero la clave está en mantener el apoyo moral y recordarles que no están solos en esta lucha”, concluye con un mensaje claro y esperanzador.