La conspiración detrás del asesinato en Viniegra estaba minuciosamente diseñada, pero todo se desmoronó.

El capitán de la Unidad Orgánica de la Guardia Civil, que lidera la investigación del conocido como 'crimen de Viniegra', ha afirmado que si un agente forestal no hubiera sido testigo del momento en que se desechó el cuerpo, hoy estaríamos tratando una desaparición más.
LOGROÑO, 8 de mayo.
Según el capitán, los tres acusados planearon meticulosamente el asesinato de la víctima, un hombre de 45 años, a quien uno de ellos había defraudado con una deuda de drogas. "Todo estaba dispuesto con precisión," apunta el oficial.
La reunión inicial para establecer el macabro plan tuvo lugar el 24 de julio de 2022 en Viniegra, solo semanas antes del fatal desenlace que ocurrió el 9 de agosto. Durante esa comida, los tres conspiradores no solo discuten la forma de acabar con la vida del hombre, sino que además seleccionan una sima de más de 50 metros de profundidad y difícil acceso como el lugar de desecho del cadáver. Sin embargo, los planes se complicaron aquella noche cuando no lograron deshacerse del cuerpo, lo que llevó a una serie de decisiones desesperadas que empeoraron la situación.
El capitán de la Guardia Civil subraya que los tres individuos actuaron de manera coordinada, con roles bien definidos: dos hombres se encargaron de deshacerse del cadáver mientras que la mujer se mantuvo vigilante. "Todos participaron activamente, cada uno con un papel que cumplir," especifica.
El juicio contra los acusados se ha iniciado este jueves, centrando su atención en los eventos ocurridos entre el 9 y el 11 de agosto de 2022. Según el relato oficial, la víctima había estado presionando a uno de los acusados, J.A.G., por una deuda de aproximadamente 13.600 euros, que él no podía pagar. Esta situación llevó a J.A.G., junto con su pareja, J.S.A., y su amigo, I.Z.A., a idear un plan criminal.
En su extensa declaración, el capitán detalla que la víctima fue abatida de un disparo en la nuca y golpeada con una piedra para asegurarse de su muerte. Posteriormente, su cuerpo fue lanzado a la sima, dos días después del crimen.
El capitán también destacó las tensiones entre los acusados durante el proceso, así como los diferentes métodos que emplearon para evitar ser identificados, incluyendo el uso de un vehículo. "La víctima fue engañada para que acudiera a Viniegra como si fuera a cobrar su deuda," subraya el oficial.
Las investigaciones, que han llevado casi dos años, mostraron que la pareja había decidido eliminar a la víctima debido a la imposibilidad de pagar la deuda. Para llevar a cabo el homicidio, convocaron a I.Z.A. en una comida donde quedó claro, mediante el análisis de sus teléfonos, que estaban todos presentes.
Durante esa reunión, I.Z.A. escuchó un mensaje de voz en el que la víctima exigía el pago de la deuda insistentemente. Conociendo la zona, I.Z.A. sugirió la sima como el sitio para deshacerse del cuerpo, un lugar complicado de acceder.
Los desacuerdos comenzaron días antes del crimen, justo antes de la ejecución del plan, como se evidencia en comunicaciones en las que uno de los acusados expresa su frustración con la organización. Finalmente, el día de los hechos, se comprometió a engañar a la víctima, diciéndole que debía ir a Viniegra para saldar su deuda. Así, la víctima se abordó con los dos acusados hasta un cruce donde apareció I.Z.A., quien fue el que disparó.
Aquella noche, tras cometer el asesinato, quedó claro que la ejecución del plan se estaba desmoronando. La oscuridad y su falta de familiaridad con la sima les impidieron deshacerse del cuerpo, así que ocultaron el cadáver temporalmente en una finca de un familiar de I.Z.A.
El capitán relata que, a partir de ahí, la situación se complicó aún más. Tras varios intentos fallidos de deshacerse del cuerpo, el 11 de agosto, I.Z.A. contactó a la pareja, quienes inicialmente alegaron problemas con su vehículo, pero acabaron accediendo a la sima.
En un giro del destino, un agente forestal tuvo la fortuna de observar cómo dos individuos arrojaban algo en la sima. Su intervención fue crucial, pues de no ser así, el crimen podría haber quedado registrado como una simple desaparición.
Antes de la intervención del capitán, la defensa de J.A.G. argumentó que su cliente no tenía conocimiento del plan ni de las intenciones de disparar. "No hay evidencia que vincule a mi cliente directamente, solo estuvo en el lugar por las amenazas de su amigo," aseguraron.
Asimismo, el abogado de J.S.A. argumentó que su cliente no fue cómplice al haber permanecido en el coche durante los eventos. Se solicita su absolución al reiterar que su pareja tiene una deuda, pero esto no la convierte en cómplice de lo ocurrido.
Finalmente, el abogado de I.Z.A. aceptó que su cliente cometió un grave error al intentar ocultar el cadáver, pero cuestiona la lógica detrás de las acciones, sugiriendo que operaron bajo presión y lealtades mal entendidas.
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